- (Reg. 217) Artículo sobre el cierre del ferrocarril de J. M. García L. publicado en Arriba (Madrid) y reproducido en La voz del Bajo Ebro el 5 de octubre de 1973.

Adiós a un ferrocarril
El ferrocarril de Valdezafán comprende -comprendía- el tramo La Puebla de Híjar (Teruel)-Tortosa. Tenía 130 kilómetros de longitud y formaba parte de la línea Zaragoza-Tortosa, de 202 kilómetros de recorrido. Estaba prevista su prolongación hasta San Carlos de la Rápita y era la única línea que unía el litoral mediterráneo, por el Bajo Ebro y Bajo Aragón, con el centronorte de la Península.

Pero este ferrocarril, de gran importancia para varias provincias españolas, acaba de cerrarse. Para este cierre, la RENFE alega simplemente una razón: no es comercial.

Cincuenta pueblos sin tren
Dieciséis estaciones -en su parte final- han sido cerradas. Unos cincuenta pueblos se han quedado sin comunicaciones ferroviarias. Varias provincias verán nacer -lo están sintiendo ya- una serie de dificultades para los envíos de sus productos -ganaderos, agrícolas o industriales-. Los miles de veraneantes que utilizan esta línea para acercarse al mar tendrán que usar la carretera. Y todo esto, pocos días después de que la Diputación tarraconense se hubiese dirigido al Ministro de Obras Públicas en solicitud de que la línea no fuese cerrada.

Numerosas poblaciones, alguna capital de provincia, otras de la importancia geoeconómica de Tortosa o Alcañiz, se han quedado sin un servicio que va a ser muy difícil suplir. Una línea por la que incluso -y más de una vez- habían circulado los grandes expresos Madrid-Barcelona, no volverá a saber de trenes. La preocupación general que ha causado la noticia del cierre no necesita comentarios.

Falta de rentabilidad
Es verdad que la falta adecuada de organización, prestación y explotación de la línea, su limitación o supresión del tráfico de mercancías, la inadecuación de medios, los horarios anómalos, etc., hacían que la línea no fuese actualmente rentable.

Pero las soluciones estaban bien claras. Con la corrección de estas deficiencias y con la ampliación del recorrido hasta San Carlos de la Rápita, el ferrocarril ahora suprimido sería rentable.

Pero la RENFE ha decidido que no. Ha preferido dejar sin utilizar esos muchos kilómetros con infraestructura ya montada que prolongarían la línea hasta San Carlos; ha preferido que quedasen vírgenes esos viaductos construídos sobre carreteras y barrancos, y optar por una medida que es causa de más de un problema: suprimir la explotación.

Las 40.000 hectáreas de transformación que supondrá el canal Cherta-Calig, el polígono industrial de Tortosa, las explotaciones petrolíferas de San Carlos de la Rápita, las zonas turísticas del sur de Tarragona y de Levante, la reserva nacional de caza de Beceite, y no seguimos enumerando lugares y servicios, se quedan -algunas sin estrenarlo- sin tren.

El ferrocarril, el medio de transporte de hoy y también del futuro, ha dicho no, ha dicho adiós a una importante zona de España. ¿Fue una decisión lógica y prudente? Por estas tierras, nadie lo cree".


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