Museo de Alcañiz

Santa Bárbara

Colección Ángel Quílez

CAQ-31

Autor: Círculo de Miguel Ximénez. Procedencia: Desconocida

Hacia 1490-1500

Pintura sobre tabla

77 x 71 cm


Pintura inédita que debió formar parte del cuerpo de un retablo dedicado a San Bárbara, santa mártir legendaria de gran popularidad en la Corona de Aragón durante la Baja Edad Media. El tema de la iconografía aquí representado toma como referencia, posiblemente, la obra titulada Vida y Pasión de Santa Bárbara (1380-1392) del agustino Jean de Wackerzeele, conocido también como Juan de Lovaina. Santa Bárbara habría vivido en tiempo de Alejandro Severo (222-235) y Maximino (235-238) era hija del sátrapa Dióscoro, quien, para alejarla de los ideales del Cristianismo ordenó encerrarla en una torre iluminada por dos ventanas. Para expresar su fe cristiana, la muchacha que se había convertido, ordenó abrir una tercera ventana para testimoniar su devoción a la Santísima Trinidad. Enfrentada a su padre Dióscoro que pretendía casarla con un pagano fue entregada al juez Marciano quien ordenó encarcelarla hasta tomar la decisión de cuál seria el martirio que acabaría con su vida. En la tabla que aquí se expone se representa el momento en que Santa Bárbara, encerrada en la prisión, a la que iluminan unos rayos de luz, es visitada por un ángel joven mancebo de cabellos rizados dorados y una dulce sonrisa en el rostro. Viste una túnica amplia de color verde ribeteada en oro. Sus dos grandes alas bicolores desplegadas a su espalda aluden a su inesperada visita para comunicar el mensaje celestial. Frente a él se encuentra Santa Bárbara escuchando con humildad las palabras del mensajero quien bendice a la joven con la mano derecha mientras se apoya con la izquierda en la ventana de la prisión. A través de las rejas se distingue la imagen de la santa ataviada con una túnica azul que es cubierta con un manto de color encarnado. La escena tiene lugar en una sala con suelo de cerámica multicolor. Vigilando la puerta de la cárcel, ajenos al suceso que está aconteciendo, se encuentran en pie dos soldados. Uno de ellos, el de mayor dignidad y categoría, tal vez el juez Marciano , es un hombre de barba rizada y bien cuidada que viste como guerrero medieval cuatrocentista con una “armadura de platas”, llamada así debido al color de las planchas de acero con las que se realizaban, y que se cubre con un manto anaranjado. Lleva en la cabeza un turbante a la morisca, rasgo de distinción que se usa con frecuencia en los primitivos aragoneses de la segunda mitad del siglo XV. En su mano izquierda, cubierta por un elegante guante de color rojo sostiene una espada en la que destaca su preciosa empuñadura dorada. El soldado que le acompaña esconde parte de su cuerpo tras un gran escudo elíptico de color encarnado que sujeta con su mano derecha, mientras que, con la izquierda sostiene una lanza de punta dorada. Después de la reciente restauración se puede admirar la belleza original primitiva de la pintura y apreciar la policromía de vivos colores, rojo, verde, rosa y azul con abundante oro aplicado sobre estuco en relieve para embellecer los atavíos y nimbos de los personajes sagrados, rasgos propios de la escuela pictórica gótica aragonesa de los siglos XIV y XV. Estilísticamente esta obra se relaciona con el retablo hecho en colaboración por los pintores Miguel Jiménez y Martín Bernat para la iglesia parroquial de la Santa Cruz de Blesa (Teruel) que fue pintado en Zaragoza entre 1481 y 1487. Así, por ejemplo el ángel que se aparece a Santa Bárbara mantiene estrecha relación con uno de los dos ángeles mancebos que lleva las Armas de Cristo en el retablo turolense como es el que sujeta la caña con la esponja empapada en vinagre y el cubo con hiel, atribuido a Jiménez, el más delicado a la hora de interpretar el cuerpo humano. Por otro lado tenemos la imagen de Santa Bárbara que se relaciona fácilmente con la de la emperatriz Santa Elena que protagoniza varias escenas en el mencionado retablo. Finalmente, el soldado más joven protegido por el gran escudo lo vemos en la escena de Jesús ante Anás de la serie dedicada a la Pasión de Cristo en la misma nobra, que el autor se basa para su composición en una estampa del grabador alemán Martín de Schöngauer . La pintura que aquí se analiza dedicada a Santa Bárbara puede ser atribuida al taller de Miguel Jiménez, el más evolucionado de los dos pintores. Natural de Pareja (Guadalajara) está documentado en Zaragoza desde el mes de agosto de 1462 hasta su fallecimiento en el año 1505. Su estilo pertenece a la tendencia hispano-flamenca, con influencias germánicas. Dentro de su trayectoria profesional hay que destacar su nombramiento como pintor de Fernando el Católico el día 2 de mayo de 1484 sustituyendo en el puesto al pintor zaragozano Tomás Giner , fallecido en 1480. Entre sus colaboradores documentados se encuentran los pintores Martín Bernat, Salvador Roig, Juan de Boniella, sus hijos Juan y Jaime Jiménez, su yerno Jaime Serrat, Jaime Lana y Martín de Larraz. En 1478 colabora con el pintor de Daroca Juan de Boniella (1464-1498) en la realización de un retablo para la iglesia de Villadoz (Zaragoza). En el año 1482 participa en la policromía del retablo mayor de la Seo de Zaragoza, afectada por el incendio, sufrido el 18 de mayo de 1481, junto con Bartolomé Bermejo, Martín Bernat, y Miguel y Bartolomé Vallés . Jiménez, además de llevar a cabo obras individualmente realizó, también, trabajos en colaboración con el pintor Martín Bernat. Así, en 1477 les encargaron el retablo mayor de la iglesia de San Gil de Zaragoza, en 1482 el retablo de los santos apóstoles Pedro y Pablo para la catedral de la citada ciudad y, ese mismo año se les contrató para realizar el de la iglesia de Pradilla de Ebro (Zaragoza). En 1489 colaboraron en el retablo mayor del convento de San Agustín y, finalmente, en 1496 llevaron a cabo el de la iglesia de Salvatierra de Escá (Zaragoza) del que se conservan cuatro tablas. Además de pintura de retablos, Bernat y Jiménez realizaron la policromía del órgano de San Pablo de Zaragoza entre 1480 y 1484. Además de estos trabajos, Jiménez lleva a cabo un retablo para la iglesia de Santa María de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), a principios del año 1494 realiza para el Monasterio de Santa María de Sigena (Huesca) una obra dedicada a San Juan Bautista, entre San Fabián y San Sebastián, de la que las tres tablas principales se conservan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Y en el año 1500 recibe el encargo, junto con su hijo Juan Jiménez del retablo mayor de la iglesia de Tamarite de Litera (Huesca), en cuya terminación participa el pintor oscense Martín de Larraz . De esta obra se conserva una tabla dedicada a San Miguel Arcángel en el Museo de Arte de Filadelfia. FOTOGRAFÍAS (Chritine Larsen Pehrzon, restauradora de la tabla): 1. Estado actual de la obra tras su restauración. 2. Dibujo subyacente, reflectografía infrarroja. 3. Detalle del proceso de limpieza. Texto de Nuria Ortiz Valero publicado en La colección Quílez y la pintura del Renacimiento, catálogo de la exposición núm. 1 del CEAR (2009).



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Texto de Nuria Ortiz Valero sobre esta obra publicado en La colección Quílez y la pintura del Renacimiento, catálogo de exposición núm. 1 del CEAR (2009)


Autoría:

FOTOGRAFÍAS: Christine Larsen


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